Libro I
Enfrentamientos, conjuras y contratiempos en las costas argentinas
Rebelión de San Julián y naufragio de nao Santiago
Estuvimos en ese puerto, al que bautizamos Puerto de San Julián, cerca de cinco meses, durante los que ocurrieron múltiples cosas. A fin de que vuestra Ilustrísima Señoría conozca alguna, sepa que apenas anclados allá, los capitanes de los otros cuatro navíos conjuráronse en para asesinar al capitán general; : el veedor de las armas, que se llamaba ; el tesorero, ; el contador, y . , fue muerto el tesorero a puñaladas, descubriéndose la conjura. A los pocos días, Gaspar de Quesada, por querer organizar otra, fue desterrado en esa tierra patagona en compañía de un . El capitán general no quiso ordenar que lo matasen porque le había dado la capitanía el emperador Don Carlos.
Una nave llamada Santiago se perdió al salir a explorar la costa. Todos sus hombres se salvaron milagrosamente. Dos de ellos consiguieron llegar hasta nosotros y nos dieron la noticia. El capitán general destacó a algunos hombres con sacos de galleta. Durante dos meses nos vimos forzados a proveerlos de víveres, pues cada día rescataban alguna cosa de la perdida nao. La distancia hasta allá era de 24 leguas, que son cien millas; la senda, áspera y maleza todo. Invertíamos cuatro jornadas en el viaje; dormíamos sobre matojos; no encontrábamos agua que beber, sino hielo y en suma, nos agotaba la fatiga. En nuestro puerto abundaban sobremanera unos moluscos alargados, que llamamos "mejillones". Solían tener perlas, pero muy chicas, que nos estorbaban comerlos. Había también por allá incienso, avestruces, zorras; corrían conejos, menos grandes que los de Europa. En la cima del monte más alto, plantamos una cruz en demostración de que aquellas tierras eran del Rey de España y llamamos a aquél "Monte de Cristo".