Libro II
Primeros contactos con pueblos filipinos
Arribo a isla de Homonhon
El , dimos hacia la aurora, con una tierra elevada, distante alrededor de trescientas leguas de las islas de los Ladrones y por nombre Zamal. Quiso el capitán general, al siguiente día, desembarcar , deshabitada y detrás de aquélla -por considerarlo más seguro--: había que cargar agua y observar. Hizo que levantasen en la orilla dos tiendas para los enfermos y que les sacrificasen un cochino. El , vimos después del almuerzo, cómo se nos acercaba un pequeño batel con nueve hombres; ante lo que el capitán general ordenó que nadie se moviese, ni pronunciara palabra alguna sin su autorización. Apenas atracaron aquellos, su jefe aproximose al capitán general, al parecer satisfecho de nuestra venida. Cinco de los más empeñadospermanecieron con nosotros; el resto desapareció en busca de sus camaradas, entregados por allí a la pesca. Con lo que finalmente, los vimos a todos.
Apreciando el capitán general que éstos eran hombres razonables, hizo que se les diera comida, así como barretinas encarnadas, espejos, peines, campanillas, marfil, y otras cosas. Ante la cortesía del capitán, correspondieron con peces, un jarro de vino de palma (que llaman vraca), higos de más de un palmo y otros pequeños --y de mejor sabor-- y dos cocos. Era de lo que disponían entonces; pero, con hartos gestos, nos hicieron entender que a los cuatro días traerían umay (arroz), cocos y otras vituallas.