Libro II
Comercio y alianzas con los reyes de Limasawa y Butuán
Agasajo de Magallanes al rey Colambu
El otro día, que era , mandó a tierra el capitán general, en un esquife, al esclavo que era , para que suplicara al rey, que, si disponía de alimentos, los hiciese traer a la nave, que no quedaría desacorde de nosotros, pues como amigos recalábamos en su reino, no como enemigos. Entonces volvió el rey con seis u ocho de sus hombres en la misma embarcación y subió a la nuestra, abrazándose con el capitán general. Y le entregó tres vasijas de porcelana, cubiertas de hojas y llenas de arroz en crudo y dos doradas grandísimas y más víveres. El capitán entregó al rey una túnica de paño roja y amarilla al gusto turco y una barretina de buen lienzo, encarnada también; a los que le acompañaban, bien cuchillos, bien espejos. Hízoles luego comer y al monarca decirle por el esclavo que quería ser respecto a él casi casi es decir, hermano; respondió que así quería él igualmente. Tras ello, el capitán le enseñó paños de diversos colores, tela, corales y mucha mercancía; la artillería al cabo, haciéndola disparar.
Mucho se espantaron algunos. Después hizo que un hombre se armara de coraza completa y puso a tres a su alrededor que, con espadas y puñales, le daban por todo el cuerpo: ante cuyo ejemplo quedó el rey fuera de sí. Manifestó a través del esclavo, que uno de aquellos armados valía por cien de los suyos; se le respondió que así era y que en cada nave había doscientos que se armaban de tal forma. Presentole petos, espadas y rodelas, cuya utilidad iba demostrándole un hombre. Le condujo, en fin, sobre el puente de mando en la popa e hizo que le subieran su carta de navegar y la brújula, explicándole por el intérprete cómo encontró el estrecho para pasar hasta allí y cuántas lunas siguieron sin ver tierra. Maravillose. Al despedirse, indicó que le gustaría recibir a su vez a dos hombres para enseñarles alguna de sus cosas. Respondió el capitán que de buen grado.