Libro III
Navegación y comercio por el archipiélago
Observaciones sobre isla de Panilonghon
Llegado el día, y mientras preparaban qué comer, recorrí aquellas tierras. Abundaba por las chozas más el oro que los alimentos. Almorzamos arroz y pescado, nuevamente. Tras ello, indiqué al rey por ademanes que deseaba saludar a la reina; respondió que lo agradecía. Subimos juntos hasta lo alto de un monte, donde se encontraba la habitación de la reina. Al entrar, me incliné en una profunda reverencia, y ella --por mí-- lo mismo.
Senteme a su lado: entreteníase en la confección de una estera de palma, de las para dormir. Abundaban en el interior de la vivienda las vasijas de porcelana, más cuatro láminas de metal, una mayor que todas y dos muy reducidas, de aquellas que se golpean. Vi alrededor también a muchas esclavas y esclavos de su servicio.
Las casas de aquí eran por el estilo de las descritas páginas atrás. Obtenida la licencia, regresamos a la del rey. Me obsequió él entonces con una colación de caña de azúcar. Lo que en esta isla abunda más es el oro; me enseñaron ciertas vallas, en cuyo terreno, acotado, notificáronme que abundaba tanto aquel como el pelo en sus cabezas. Pero no disponían de hierros para cavar, ni acaso les interesaba, por desidia.
A primera hora de la tarde, quise volver a la nao, y acompañome el rey, con sus nobles, por lo que el mismo balangai nos devolvió. Desandando el río, vi en la orilla derecha a tres hombres, clavados a un árbol al que faltaban las ramas enteramente. Pregunté al rey quiénes eran, y díjome que malhechores y ladrones. Andan estos pueblos tan desnudos como los de antes. El rey se llama rajá Calanao. El puerto es bueno, y por aquí se encuentra arroz, jengibre, cerdos, cabras, gallinas y otras cosas. Está en los ocho grados de latitud del Polo Ártico, y en los 167 de longitud de la línea de partición; a cinco leguas de Zubu, y por nombre, Chipit. A dos días de cuya isla, en dirección mistral, encuéntrase otra muy grande llamada Lozon, en la que cada año tocan de seis a ocho "juncos" de los pueblos .
Saliendo de aquí entre el poniente y el garbino, dimos sobre una isla muy grande y casi deshabitada. Sus gentes son moras, y eran bandidos de otra isla llamada Burne. Van desnudos como los otros, y disponen de cerbatanas, con carcajes al lado llenos de flechas envenenadas; así como de puñales, en cuyos mangos adornos de oro y piedras preciosas.
Y lanzas, rodelas y petos de asta de búfalo. Nos llamaban "cuerpos santos". En esa isla hay pocos alimentos, pero sí árboles enormes. Está en los 7 1/2 grados de latitud del Polo Ártico, a cuarenta leguas de Chipit, y la nombran Caghaian.