Libro IV
Comentarios sobre Java y Siam
Fabulaciones, ritos fúnebres y de cortejo
A una jornada de allá, entre poniente y mistral, nos dijeron que existe otro territorio donde nace la canela, llamado Ende. Su población es gentil y no los manda rey. Por el mismo camino aparece otra multitud de islas, una tras otra, hasta Java Mayor y el cabo de Malaca. Los nombres son éstos: Tanabutun, Crenochila, Bimacore, Arauaran, Main, Zumbava, Lamboch, Chorum y Java Mayor. Estos pueblos no la llaman Java, sino Giaoa.
Las mayores villas de Java son éstas: Magepahor (su rey fue, en vida, el más poderoso de ese archipiélago, nombrado rajá Pathiunus), Sunda (extraordinariamente feraz en pimienta), Daha, Dama, Gaghiamada, Minutarangan, Cipara, Sidain, Tuban, Cressi, Cirubaia y Balli. Y frontera a Java Mayor, encuéntrase aún la isla de Madura, como a una media legua.
Explicáronnos que, cuando alguno de los notables de Java Mayor muere, incendian su cuerpo; su mujer principal adórnase con guirnaldas de flores y se hace transportar, sobre un escaño adaptado a los hombros de cuatro servidores, por toda la villa. Y riendo y confortando a todos sus parientes, que lloran, les dice: "No lloréis, porque yo me marcho al crepúsculo a cenar con mi amado esposo, y a dormir junto a él esta noche." Luego, la transportan junto al fuego en que su marido arde, y, tras volverse hacia sus parientes confortándolos por segunda vez, arrójase sobre el cadáver e incrementa la pira. Si tal no hiciera, nadie la tendría por mujer de bien, ni por auténtica esposa del muerto.
Igualmente nos informaron de que los mozos de Java, cuando se enamoran de alguna bella joven, átanse con hilo ciertas campanillas entre miembro y prepucio; acuden bajo las ventanas de su enamorada, y, haciendo acción de orinar y agitando el miembro, tintinean las tales campanillas hasta que las requeridas las oyen. Inmediatamente acuden al reclamo, y hacen su voluntad: siempre con las campanillas, porque a sus mujeres les causa gran placer escucharlas cómo les resuenan dentro de sí. Las campanillas van siempre cubiertas del todo, y cuanto más se las cubre, más suenan.
Nuestro piloto más viejo nos dijo que hay una isla llamada Occoloro, bajo Java Mayor, donde sólo viven mujeres. Las fecunda el viento, y después, al parir, si lo que nace es macho, lo matan; si es hembra, la crían. Si desembarcan en aquella isla hombres, mátanlos también en cuanto les es posible.