Libro IV
Recorrido por costas de África
Ganar un día al occidente
El miércoles 9 de julio dimos en una de las tales, la que nominan San Jacobo, y en seguida largamos la falúa a tierra, para avituallar. Con esta invención: decir a los portugueses que se nos había roto el trinquete bajo la línea equinoccial (callándonos que fue tan cerca del cabo de Buena Esperanza), y que, mientras reparábamos, nuestro capitán general, con las otras dos naves, había regresado a España.
Reiteramos a los de la falúa que, una vez en tierra, preguntaran en qué día estábamos; dijéronles los portugueses que jueves para ellos, y se maravillaron mucho, pues para nuestras cuentas era miércoles sólo y no podían hacerse a la idea de que hubiésemos errado. Yo mismo había escrito cada día sin interrupción, por no haberme faltado la salud. Pero, como después nos fue advertido, no hubo error, sino que, habiendo efectuado el viaje todo rumbo a occidente, y regresando al lugar de partida (como hace el sol, con exactitud), nos llevaba el sol veinticuatro horas de adelanto, como claramente se ve.
Habiendo regresado la falúa a tierra por más arroz, detuviéronnos a trece hombres y aquélla también, porque uno de ellos, según más tarde -ya en España- supimos, contó a los portugueses que nuestro capitán había muerto, igual que otros, y que no íbamos a España.
Temiendo que enviasen carabelas a detenernos, igual, a nosotros, huimos rápidamente.