Libro III
Alianza con rey de Tadore
Harén del rey
Tienen estos reyes tantas esposas como les place, pero existiendo siempre una en condición de principal, a quien obedecen todas las otras. El rey de Tadore poseía una casa grande, fuera de la ciudad, para habitación de doscientas de sus mujeres, a quienes otras tantas servían. Cuando el rey está solo, o bien con su esposa principal, en un estrado alto como los de la justicia, contempla a todas las otras, que se sientan alrededor, y la que más le gusta la aparta para que duerma con él aquella noche. A las horas de la comida, si ordena que coman juntas lo hacen; si no, cada una se retira comer a su cámara. Nadie puede presentarse ante el rey sin su permiso; si alguno se encuentra, de día o de noche, cerca de su casa, es muerto sin más. Toda familia está obligada a entregar al rey una o dos hijas, según. Quien tenía entonces veintiseis hijos ocho varones tan sólo.
Ante esta isla álzase otra vastísima, llamada Giailolo, habitada a la vez por moros y gentiles. Habríanse proclamado dos reyes entre los moros, si (según me comentaba el de aquí) uno hubiese tenido seiscientos hijos y otro quinientos veinticinco. Los gentiles no tienen tantas mujeres, ni viven tan rodeados de supersticiones; pero la primera cosa que ven cuando, a la mañana salen de su casa, la adoran ya todo aquel día. El rey de esos gentiles, por nombre rajá Papua, es riquísimo en oro, y habita en el interior de la isla.
En esta de Giailolo nacen, sobre la roca viva, cañas gordas como piernas, llenas de un agua riquísima para beber; compramos más de una por aquellos pueblos.