Libro III
Ceremonias de despedida
Bodas de Giailolo y Bachian
Hacia el atardecer del domingo 15 de diciembre, fue visto ya el rey de Bachian con su hermano, en un prao de tres hileras de remeros por banda: ciento veinte tripulantes en total, muchas banderas de plumas de papagayo, blancas, amarillas y rojas, y mucho golpear de metal, pues a ese son los remeros bogan acompasadamente. Venían otros dos praos con doncellas que presentar a la esposa. Al pasar cerca, saludámoslos con bombardas, y ellos a nosotros circunvalando las naves y después el puerto.
Nuestro rey, por no ser costumbre que rey alguno descendiera solo en ajenos dominios, fue en busca del anterior para darle la bienvenida. Apenas el de Bachian lo vio venir, alzose de la alfombra que ocupaba, quedando a un lado; tampoco nuestro rey quería descansar en aquella, sino en otra parte, y siguieron así.
Pagó el de Bachian a nuestro rey quinientos patolle, a cambio de que concediese la hija a su hermano. Esas patolle son brocados de seda y oro que se hacen en China, y apreciadísimos allá. Cuando alguien muere, los suyos, para más honrarle, cúbrense con telas de éstas. Dan por una, tres bahar de clavo más o menos, según como son.
El lunes, por mediación de cincuenta mujeres vestidas de seda desde la cintura a la rodilla, envió obsequios nuestro rey al de Bachian. Iban de dos en dos, y cada pareja con un hombre en medio. Cada una, con una bandeja llena de platillos con diversas viandas.
Los hombres acarreaban sólo vino, en grandes jarros. Las diez mujeres de más edad resultaban algo así como las maceras. Subieron al prao, ofrendándoselo todo al rey, quien reposaba en aquel tapiz bajo un baldaquino encarnado y amarillo.
Al volver atrás, apoderáronse de alguno de los nuestros, quienes, para librarse, debían entregarles alguna cosilla. Tras de lo cual, envionos nuestro rey cabras, cocos, vino y otras cosas.
pusimos velas nuevas a las naves. En aquellas aparecía una cruz de Santiago de Galicia, y con esta inscripción: "Esta es la figura de nuestra buena ventura". Regalamos el martes a nuestro rey algunas armas de fuego, por ejemplo, los arcabuces de que en esta